Buffy the Vampire Slayer: Vampiros, demonios y amor lésbico

En el Mes del Orgullo, celebramos una de las series precursoras del amor LGBTIQ+ en la pantalla chica.

¡GASP! Como dicen los gringos. Así reaccionamos muchos el 27 de febrero de 2001 a eso de las 21:30 mientras veíamos Buffy the Vampire Slayer. En un capítulo intenso titulado “The Body”, iniciando la quinta temporada, FOX mostró uno de los primeros besos de una pareja lésbica en la televisión. Willow y Tara se besaron por primera vez en pantalla en una escena llena de amor, en un contexto de dolor, cuando ambas lloraban la muerte de Joyce, la madre de Buffy. Han pasado 27 años desde que “Buffy the Vampire Slayer” nos llevó por primera vez a las sombrías calles de Sunnydale, un lugar donde los demonios se hacían reales. En este Mes del Orgullo, es el momento perfecto para reflexionar sobre cómo esta serie no solo redefinió el género de horror y fantasía, sino que abrió una ventana para contar la historia de una de las primeras parejas lésbicas de la historia de la televisión.


En la televisión de antes, todo esto era campo…

Cuando “Buffy the Vampire Slayer” debutó en 1997, el panorama televisivo era muy diferente. Las representaciones LGBTIQ+ eran escasas y, cuando aparecían, a menudo eran caricaturescas o marginales. Sin embargo, Buffy, con su mezcla única de humor, horror y drama adolescente, se atrevió a desafiar estas normas. En su cuarta temporada, introdujo la relación entre Willow Rosenberg (Alyson Hannigan) y Tara Maclay (Amber Benson), un amor que floreció en la pantalla sin el estigma y los prejuicios típicos de la época. La relación de Willow y Tara no solo fue pionera; fue tratada con una profundidad y una sensibilidad que pocas series se habían atrevido a mostrar. No eran solo personajes secundarios; su amor era parte integral de la narrativa. Los espectadores vimos su relación evolucionar, desde la conexión inicial hasta la trágica separación, todo mientras enfrentaban juntas las mismas amenazas sobrenaturales que el resto del “Scooby Gang” Esto no solo normalizó el amor gay en la televisión, sino que también lo celebró.

"Willow (Alyson Hannigan) y Tara (Amber Benson) compartiendo un momento íntimo en 'Buffy the Vampire Slayer'."

No era forzada, la inclusión era necesaria

El término “inclusión forzada” es comúnmente utilizado por algunos cibernautas para criticar ciertas películas y series de televisión, surgiendo cuando las narrativas se abren a la diversidad sin un contexto adecuado o una historia sólida que las respalde. Sin embargo, en 2001, cuando Willow comenzó su relación con Tara en la cuarta temporada, muchos se sintieron sorprendidos, ya que conocimos a la bruja de Sunnydale como heterosexual. De hecho, Willow y Oz (Seth Green) formaron una de las parejas más queridas del momento, incluso más que Buffy (Sarah Michelle Gellar) y Angel (David Boreanaz). A pesar de esto, la serie abordó con naturalidad y sensibilidad los cambios que experimentaba el personaje de Alyson Hannigan, mostrando a una Willow que, aunque no se identificaba directamente como lesbiana al principio, aceptó sus sentimientos sin temor, permitiendo que muchos jóvenes de la época pudiéramos vernos reflejados. La historia de amor entre Willow y Tara abrió las puertas a una generación de Millennials que nos sentíamos confundidos y temerosos de abrazar estos cambios propios de la adolescencia, y que no poseíamos referentes de la diversidad sexual en la televisión tratados con seriedad. “Buffy the Vampire Slayer” mostró una relación de amor entre dos mujeres genuina y bien desarrollada, ofreciendo matices y colores que reflejaban la realidad de muchas personas, destacando también cómo eran aceptadas con naturalidad y respeto por el resto de sus amigos. 

Los demonios de la adolescencia sí eran reales. 

En palabras de su protagonista, Sarah Michelle Gellar, Buffy the Vampire Slayer siempre fue una metáfora poderosa de las luchas internas que todos enfrentamos cuando chicos. Los demonios y criaturas sobrenaturales que Buffy y sus amigos combatían no eran solo amenazas provenientes de la boca del infierno; representaban miedos y conflictos personales que resonaban profundamente en los espectadores. La aceptación de la propia identidad, la búsqueda de pertenencia y la lucha contra la discriminación eran temas recurrentes que se exploraban a través de los personajes y sus historias. Para muchos adolescentes LGBTIQ+ que veían la serie, estos temas eran especialmente significativos. Sobre todo cuando el grupo de amigos siempre estaba ahí para apoyarse mutuamente, demostrando que la comunidad y el apoyo mutuo son esenciales para superar los desafíos. Acompañar a Willow y a Tara en su relación, a pesar de las expectativas y normas sociales, ofrecía una representación positiva y empoderadora que muchos jóvenes necesitábamos ver.

El legado de La Cazavampiros

En este Mes del Orgullo, recordamos y celebramos a “Buffy the Vampire Slayer” no solo por sus contribuciones al género, sino por ser una pionera en la representación del amor sin prejuicios en la televisión. La serie mostró que el amor es amor, sin importar el género, o si eres humano y la otra persona un vampiro. Mostró que todos luchamos contra nuestros propios demonios, y que al mismo tiempo, no estamos solos en esa lucha. A medida que continuamos avanzando hacia una mayor inclusión y representación, es importante recordar y honrar a aquellos que rompieron las barreras primero, como lo hicieron un grupo de adolescentes que combatieron vampiros y demonios durante 7 años en una de las mejores series de los 90s.

Elenco de Buffy the Vampire Slayer reunido para la celebración del 20 aniversario, con Joss Whedon al frente y los actores principales incluyendo Sarah Michelle Gellar, Alyson Hannigan, y David Boreanaz."

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